Entre las palabras que algunas personas eligen para contar la inundación, muchas dicen que, además de injustas y desmedidas, fueron inesperadas. Abruptas, repentinas y, quizás por eso, doblemente escandalosas: sin pedir permiso y sin aviso, llegaron para cambiar la vida de muchas familias y torcer el rumbo de una ciudad. Leda, sin embargo, ocupa muchas páginas de su diario para relatar esas pocas horas. Se toma unos largos párrafos para nombrar las acciones improvisadas ante la falta de tiempo y eternizar esos minutos de desesperación en los que el agua entraba a su barrio y a su hogar.
¿Cuántas formas existen de narrar un imprevisto? A Leda le parece importante comenzar el relato desde la noche anterior; no se olvida del insomnio que le produjo escuchar por radio que había ingresado agua en el noroeste de la ciudad. Sin embargo, aún no se trataba de un problema propio: “…me asusté, no por creer que esa agua se vendría para este lado sino por escuchar la desesperación de la gente”.
Al día siguiente comenzaron algunas alarmas y sus propias advertencias que generaron burlas y comentarios de tranquilidad entre sus hijos. “¡Yo ya estaba loca y a quien le decía, se reía (…) Se me cagaban de risa porque yo soy exagerada”, escribe Leda en su diario unos días después, desde el segundo piso de su casa inundada y con la certeza del desencadenamiento posterior de los hechos. Refugiada junto a su familia y vecinos en su propia casa, elige escribir y comienza por relatar las formas de proceder en San Lorenzo ante la llegada de lo que todavía no podía pensarse ni medirse. Acopiar bolsas de arena en la puerta de casas que luego desaparecieron debajo del agua, subir artefactos algunos metros en casas que se inundaron hasta el techo: decisiones que con el diario del lunes lucen más o menos lógicas pero significativamente en vano.
En Contar la inundación (2005), un libro que resguarda relatos en primera persona, Adriana Falchini y Mari Hechim dicen que ante la imposibilidad del lenguaje, cuando “no hay cómo hacer entrar ese hecho al mundo simbólico”, narrar con palabras la experiencia permite otorgar sentido; por eso, las personas contadoras de historias, como Leda, cumplieron la “delicada tarea de salvataje cultural” ante el horror.
Diarios de viajeros, diarios íntimos de adolescentes, diarios de cárcel, diarios de guerra, ¿en qué se parece y en qué se diferencia este diario de una sobreviviente de la inundación? ¿Qué tiene que pasar en un cuerpo para animarse, en medio del desastre, a agarrar lápiz, papel y empezar a contar? Hoy la mujer nos dice que no puede explicar bien qué impulso la llevó a hacerlo y apenas podemos imaginar el momento en el que, con el agua todavía dentro de su casa, elige iniciar este diario que, asegura, se transformó en su tesoro.
Este año, Leda recuperó el cuaderno que estaba juntando polvo en un mueble para trabajar en el taller de memorias barriales de El Birri. Con motivo de los veinte años del 29 de abril de 2003 lo transformaron en libro, junto con otro diario que, casualmente, había escrito otro vecino de San Lorenzo en el mismo momento. Ambos documentos históricos se digitalizaron para el Archivo Inundación*.
¿Cómo era por esos días la Letra de Leda?, ¿cómo muestra la angustia, la falta de luz en la habitación compartida, las ganas de escribir?, ¿qué tienen en común y en qué se diferencian los registros de dos personas distintas que, a algunas cuadras de distancia, eligen decir sus vidas? Los acentos, los olvidos, cada olor, paisaje y sabor de los diarios documentan esas cotidianidades a la luz de la historia.
Por eso, en cada trazo singular de estos diarios se juega una vida pero también encontramos pistas para la reconstrucción de las historias de un barrio y una ciudad desde la mirada del pueblo inundado. En este sentido, Leda sabe muy bien que el diario se ha transformado en su objeto más íntimo y, al mismo tiempo, no le pertenece: “No es solamente una parte mía, sino de todos los que lo vivimos… es un material para no olvidar”.
*Esta propuesta busca construir un repositorio fotográfico y audiovisual con licencias libres. Encontralo en el sitio archivoinundacion.ar
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