“No hay mucho para festejar”, dice alguien mientras compartimos la mesa birriana del locro del 1º de Mayo. Mientras coincidimos en que con las crisis siempre perdemos los mismos, aparece una pregunta: che, y lo que hacemos en El Birri es trabajo?

“Sí, ponemos lomo, cabeza y corazón”, dice otra aclarando que esto es válido aún cuando solo algunas actividades permitan generar retribución económica. Una compa que madrugó para prender la olla y ya empieza a achinar la mirada confiesa: “Aunque hagamos actividades para generar ingresos, como esta venta de comida, me cuesta pensarlo como trabajo porque estamos entre compañeros, sin presión. Lo mismo cuando estoy como técnica de la Sala”. Otra compañera, que recupera su experiencia como merendera de Escuela de Carnaval y frente a la cantina durante los eventos, agrega: “Yo acá cocino como para mi casa, para estar así, compartiendo el momento, para que me llamen por mi nombre y me digan que les gusta”.

Los saberes, la identidad

“Me formé afuera pero acá es donde me gusta trabajar”, dice el compa arquitecto que ejerce en la estación. En otros casos nos fuimos “haciendo acá, construyendo un oficio”, aprendiendo junto a otras generaciones de militantes. 

“Siempre me llevo más que lo que traigo”, aporta una compañera que vive del circo. El trabajo militante no es trabajo alienado: es una relación con otres que no explota, no saquea. Además, construye nuestra identidad: “Aún cuando tenga otros trabajos, el que hago acá, con ustedes, me define y tiene que ver con el mundo que queremos construir”, agrega un titiritero. En la sobremesa también valoramos la construcción de bolsas de trabajo en algunas comisiones para escaparle a la retribución económica basada en el mérito individual. “Tampoco hay que perder el reconocimiento colectivo por el trabajo que hacemos”, agrega una docente que bien sabe de acreditaciones individuales.

Si al mundo lo movemos las y los laburantes, queda clarísimo cuando hacemos unos pasos para atrás y observamos la monumentalidad de la estación. Construido hace más de cien años por miles de trabajadores, este edificio sigue existiendo a fuerza de nuestro trabajo

Larga vida al locro: una celebración birriana para compartir la mesa como clase trabajadora, aún cuando haya tantos motivos para brindar como para seguirla remando y, por supuesto, luchando.