Cómo podíamos imaginarnos que nosotros, lxs «de Audiovisuales”, o el Taller de Cine, como prefieren lxs pibxs, fuéramos quienes íbamos a retomar (muy humildemente) el sueño de Fernando Birri de intentar producir y reproducir, desde este espacio, todo aquello que quiera y necesite ser dicho.

Desde hace más de dos años, tratando de que no nos pesen tanto aquellos grandes sueños de Fernando, todos los jueves intentamos activar en cada uno de nosotrxs, lxs participantes, esa búsqueda de la mirada colectiva.

Las edades dispares desafían la imaginación de todxs para articular las actividades. Desde la plástica con lxs más pequeñitxs hasta la improvisación lúdica con lxs más grandes, van surgiendo los recursos pedagógicos para sacar, cada vez, algo que permita vernos y oírnos. ¡Y claro que nos maravillamos!

Al inicio, lxs responsables del Taller proponemos, y después el grupo termina dándole forma y sentido a la expresión conjunta. Películas en blanco y negro que van rapidísimo, animales raros como una vaquiaraña que se mueve como un robot o apariciones tenebrosas en noches de tormentas, pueden ser algunos de los universos propuestos por lxs chicxs.

 

No hay objetivos precisos ni búsquedas forzadas, vamos a jugar y a aprender o a aprender jugando (y lxs profes no somos la excepción). En todo este tiempo sacamos cientos de fotos, fotos que son el primer paso hacia la imagen continua, eso que llamamos cine o video. Y en esas prácticas nacen preguntas: ¿está bien cortarle la cabeza a alguien en un encuadre?¿el sol en contraluz no nos deja más blanco que un fantasma?¿corregimos o no?

Si los personajes en plastilina, cartón o papel quieren decir algo, les prestamos nuestras voces; y si queremos decir, seguro terminamos escribiendo para ordenar las ideas. Algunas veces uno pone la cámara y otros actúan; otras, sencillamente, vamos a jugar a la plaza y a cazar todo aquello que elijamos mostrar en el rectángulo de una cámara de fotos. Cielo, flor, perro, personas, andenes, pájaros o calles; todo desde esa subjetividad única.

Y al final, sin darnos cuenta, chicxs y profes terminamos apropiándonos del sueño de Fernando en esta misma estación de trenes que él caminó, y pensamos (que también es soñar) que en un tiempo no muy lejano tendremos más medios para registrar y más pibxs que no necesiten intermediarios para contar sus historias (nuestras historias) desde su mirada y en primera persona.

 

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