Por Valentina Juri
Dejó de funcionar en la década de los 90 y sus vías volvieron a vibrar en 2003, aunque con grandes interrupciones. En 1995, Fernando Birri la resignificó como lugar de encuentro y de cultura. Hoy, el Centro Cultural y Social El Birri reclama desde el suroeste de nuestra ciudad por mejoras en el edificio de la ex Estación.
La puerta principal de la ex Estación de trenes Bartolomé Mitre está cerrada en las primeras horas del día. Si acaso un extraño la recorre, bien podría argumentar que está abandonada: por sus paredes deterioradas y por su pintura casi invisible que, como puede, se encarga de cubrir casi la totalidad de la fachada; por algunos murales y graffitis que se dejan ver a simple vista y por otros que se esconden por sus viejos recovecos.
Sin embargo, un cartel modesto que se alza por encima de la puerta principal nos da la pauta de que allí dentro se está haciendo algo. Unas letras coloridas sobre un fondo negro advierten que alguien está trabajando para que las paredes no se vengan abajo, para que el piso se siga recorriendo y para que, sobre todo, el ambiente se siga llenando de voces, recuerdos y cultura. Así, sencillo y sin grandes pretensiones, el Centro Cultural y Social El Birri le da nombre a la que hace más de 20 años se convirtió en la sede de su hacer en el mundo: la vieja estación ubicada al sur de nuestra ciudad.
Un poco de historia
Los sistemas ferroviarios comenzaron a insertarse en Santa Fe a fines del siglo XIX, como respuesta a los grandes cambios urbanísticos que la ciudad estaba atravesando y a la necesidad de crear conexiones entre los distintos puntos del país. En 1888, la Compañía del Ferrocarril Buenos Aires y Rosario prolongó su línea y construyó la estación Central Argentino en 1891, que pasó a llamarse Bartolomé Mitre luego de su nacionalización a fines de la década del 40. Un año después, en la traza histórica de la ciudad y a pocas cuadras de la Plaza 25 de Mayo, se abrieron por primera vez las puertas de la estación para recibir a millones de pasajeros que llegaban a la capital santafesina.
Sin embargo, a comienzos de los años 90, los trenes pasaron a ser historia: las locomotoras dejaron de marchar, olvidando los vagones que forjaban su razón de ser y las impulsaban a transitar de punta a punta el país. Tuvo que pasar una década para que las vías volvieran a vibrar: el 17 de septiembre de 2003 llegó a la estación un contingente de pasajeros proveniente de Buenos Aires. De allí en adelante, con algunas idas y vueltas, los trenes pararon en la estación hasta 2007, año en el que las vías ferroviarias dejaron de recorrerse para siempre.
El hecho de que la fundación se haya instalado a fines de los 90 en la ex Estación no fue casual. Los galpones ferroviarios fueron el escenario donde Fernando Birri había filmado Tire dié en 1957, la “primera encuesta social filmada”, cuyo título aludía a lo que los niños gritaban a los costados de las vías para conseguir limosna de los pasajeros. La Mitre fue, en este sentido, una estación cargada de un valor emocional y afectivo para Birri: un eslabón histórico en su carrera que constituyó y constituye el porqué de la tarea cultural que hoy mantiene viva el Centro Cultural y Social El Birri.
En 1997, la Municipalidad encargó al Colegio de Arquitectos la realización de un Concurso Provincial para la remodelación y puesta en valor de la ex estación. Los proyectos presentados debían contemplar un espacio para la sede de la Fundación Birri, donde se alojarían todas sus expresiones artísticas. Si bien el concurso tuvo ganadores, la realidad es que los proyectos nunca fueron llevados a cabo.
A partir de allí, Fernando Birri decidió alejarse de la ciudad que lo vio nacer. Se trasladó definitivamente a Roma y se llevó consigo todo su legado: un archivo que incluye recortes, apuntes inéditos, cintas de video y de audio, fotografías, libros y correspondencia, y que está ahora en manos de la Biblioteca de la Universidad de Brown en Providence, Estados Unidos. “Intenté con todas mis fuerzas y los pocos recursos económicos disponibles a mi alcance dejar mi archivo a mi ciudad natal, sin obtener respuesta satisfactoria ni interés real y concreto”, expresó Birri en uno de los mensajes que por aquel entonces hizo circular entre sus allegados.
“El estado abandonó por completo la estación cuando cerraron los ferrocarriles y el hecho de que hoy estén las puertas originales, los picaportes y un montón de cosas, tiene que ver con que quedaron trabajadores de la cultura con una actividad ininterrumpida desde fines de los noventa hasta la fecha”, expresó Brian Murphy, integrante de El Birri.
Una puja que no tiene fin
Para el Centro Cultural y Social que defiende la tarea del cineasta y artista santafesino, Fernando Birri, hace años que la lucha por la mejora de las condiciones edilicias de la estación sigue siendo invisibilizada. Brian Murphy lo razonó desde una perspectiva: “El capital inmobiliario no se va a invertir en un barrio marginal, porque no tiene posibilidades de valorizarse ni de obtener una renta”. Y agregó: “Nosotros trabajamos con pibes del barrio y tenemos una actividad cultural muy importante que a veces, con la reproducción de los discursos de abandono y de valorización, se deslegitima y queda en un segundo plano”.
El tire y afloje con la municipalidad no es algo nuevo: comenzó en 2013, con un intento de desalojo justificado por el uso indebido de las instalaciones edilicias por parte de El Birri. En un comunicado de prensa que el municipio publicó en febrero de ese mismo año, se detallaba la puesta en valor que se iba a iniciar a partir de la rescisión del contrato de comodato. Allí, se explicitaba que la primera etapa de la recuperación patrimonial incluiría la reparación de cubiertas, aberturas, revoques y pintura. Sin embargo, tras una resistencia implacable que duró ocho meses, El Birri llegó a un acuerdo con la municipalidad y hasta 2025 tiene vigencia el comodato que firmaron las dos partes.
A cuatro años del anuncio de la recuperación, la estación sigue esperando. El Birri nunca deja de preguntarse cuándo le tocará su turno: no quieren una pintura que cubra la fachada que se ve a simple vista, quieren que el gobierno municipal cumpla las obras que hace más de cuatro años viene prometiendo. Hoy, la lucha de El Birri se hace más fuerte que nunca, y comprender su historia y su tarea cultural explica el porqué del pedido a gritos de ayuda. “Desde 2013 hasta ahora, hubo más de 21 reuniones con el municipio. De cada una de ellas se hacía un acta que la municipalidad se negó a firmar. Proponemos cosas porque es una estación que tiene más de 100 años y necesita mantenimiento”, justificó Brian Murphy.
El año pasado, el municipio retomó la restauración e impermeabilización del balcón de la estación, que había quedado inconclusa desde 2014. Sin embargo, se siguen esperando obras que son prioritarias: la reparación y mejora de las cubiertas y desagües pluviales del edificio y los andenes, y la colocación de nuevas aberturas para las entradas de luz que hoy unas simples tablas y algunas viejas persianas de la época cubren del viento y la lluvia.
Un trabajo cultural autogestivo
El hall central de la ex estación, que algunos años antes los pasajeros frecuentaban cuando llegaban desde Buenos Aires, está calmo en las primeras horas de la siesta santafesina. Un par de telas colgadas del techo descansan arrolladas sobre las viejas columnas de la estación. En un rincón, un sinfín de colchonetas azules espera que el sol se esconda un poquito más para recibir a los cientos de chicos que todas las tardes hacen El Birri.
Una mesita destartalada se apoya en una esquina y dos o tres sillas le sirven de compañía. Más al fondo se encuentra la sala de teatro, que se reacondicionó en 2008 y que es recorrida todos los viernes por diversas obras independientes del país. Una barra de madera y dos baños nuevos completan lo que en su momento fue la sala de espera de la estación.
Sobre una pared, un cuadro pintado a mano recuerda a los que por primera vez entran y a los que desde siempre estuvieron, porque desde hace 20 años se mantiene viva la cultura popular: por la preocupación de Fernando Birri y su necesidad de demostrar que cine y cultura no son términos antagónicos. Con pinceladas blancas y negras, y algunos trazos grises entremezclados con otros de color, un retrato del cineasta y artista santafesino se alza imponente en el edificio de la ex estación.
Entre el sabor amargo de un mate humeante, Brian Murphy explica que Fernando Birri hizo historia por su compromiso social de retratar la realidad tal cual es. “Hoy se puede ver que los mismos barrios que Birri documentó en Tire dié están peor que hace 60 años”. Y agregó: “Sin embargo vos ves que el puerto y la estación Belgrano están preciosos, porque son nichos donde el capital invierte y el estado acompaña. No es lo mismo la Belgrano en Boulevard, que una estación de trenes en barrio San Lorenzo”.
“Lo ideal es que El Birri pueda trabajar en un ambiente cómodo y limpio. Toda la gente del barrio lo apoyó para que se quedara cuando los intentaron desalojar”, expresó Laura D’andrea, una vecina del barrio San Lorenzo. Desde 2008, El Birri se encargó de mantener en pie el edificio de la ex estación Mitre mediante la autogestión. En ese mismo año, gracias a un concurso del Instituto Nacional de Teatro, con 80 mil pesos se reacondicionó la sala de teatro y se accedió recientemente a un subsidio de 190 mil pesos para equipamiento. En 2011, se financiaron los baños con 40 mil pesos aportados por el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia.
En 2015, el hall central fue renovado gracias a un concurso ganado en el Fondo Nacional de las Artes, que permitió realizar una nueva instalación eléctrica y efectuar la compra de las puertas principales de la estación. “Nosotros invertimos muchísima plata en el edificio a comparación de lo que invirtió el municipio, que es nada prácticamente”, sostuvo Murphy con firmeza.
Un reclamo que se extiende
La ex estación no es lo único que les preocupa a los vecinos del barrio San Lorenzo. Sostienen que su deterioro edilicio y la falta de inversión derivaron progresivamente en un desmejoramiento de la zona aledaña, que se extiende aún más hacia el oeste.
La pavimentación de la calle San José en el tramo comprendido entre General López y Monseñor Zazpe, la colocación de luces y la construcción de una vereda para el paso dan la pauta vislumbran algunas mejoras. Pero la calle del Brigadier, que cualquier vecino del barrio San Lorenzo transita de manera obligada, se desgrana cada vez más en pedazos.
Un poco perezoso y despreocupado por el tiempo, el municipio cumple en mayor o menor medida con el barrio San Lorenzo: le da más vida, le arregla y lava la cara, y con un poco de cemento y unas cuantas manos arregla los tan indeseados baches. “Lo poquito que se ve, fue logro de las tantas peleas y luchas que venimos haciendo los vecinos. Pero con el pasar del tiempo, la gente se va cansando de no tener respuesta”, comentó Laura D’andrea con aires de desilusión. En relación al estado del barrio, agregó: “Acá particularmente nunca tuvimos ningún tipo de avance. Las calles son imposibles de transitar”.
Desde la gestión de Mario Barletta, en 2007, los vecinos comenzaron a luchar no sólo por el arreglo de la estación Mitre, sino también por el mejoramiento de la zona y del barrio en general. “En su momento, Barletta nos hizo llegar junto con el voto un folleto con una modernización de lo que iba a ser la estación. Nosotros nos entusiasmamos porque iba a haber una cancha de básquet, un circuito aeróbico y se iba a reparar el edificio. Después todo fue una gran desilusión”, comentó D´andrea. Los vecinos del barrio San Lorenzo también reclaman desde aquella época un semáforo en la esquina de Monseñor Zazpe y Zavalla, frente a los reiterados accidentes que se producen.
En un espacio de la ex estación funciona la sede del distrito Suroeste, donde los vecinos pueden realizar todo tipo de trámites, hacer reclamos y presentar propuestas para el barrio. Las malas condiciones edilicias que El Birri viene reclamando hace años, no son ajenas al espacio que ocupa la gestión municipal. “Es tristísimo ver trabajar a la gente en ese lugar, deprimente. Cómo será de deprimente que Miguel Ruiz Díaz -el coordinador del distrito Suroeste- alquiló las oficinas del edificio de enfrente, porque no puede trabajar en ese lugar”, opinó D’andrea al respecto.
Miradas contrapuestas
El intendente José Corral se refirió a las propuestas actuales para la mejora de las condiciones edilicias de la ex estación Mitre. “El Plan Nacional de Hábitat es un fondo con el que estamos haciendo inversiones en barrios Chalet y San Lorenzo. El paso que sigue es una recuperación de la estación y de todo su entorno”, sostuvo el mandatario municipal. Y agregó: “Estamos gestionando los fondos de Nación. Ya hicimos una presentación, pero no entró en esta etapa el financiamiento”, concluyó Corral en el marco de un apoyo de campaña electoral previo a las elecciones de octubre de 2017.
El distrito Suroeste, por su parte, plantea que existirá una futura inversión de 40 millones de pesos para los arreglos de la estación y su entorno, que se anunciará próximamente en un comunicado oficial. En relación a los reclamos de la zona aledaña a la estación, Laura D’andrea expresó: “No tenemos respuesta de la municipalidad. Ruiz Díaz nos recibió un par de veces los reclamos y después nos dijo que no lo iba a hacer más hasta que no tuviera una respuesta para darnos, cosa que no ocurrió hasta el momento”.
Pasaron más de 20 años y la vieja estación todavía espera ansiosa su turno. Sigue esperando que la emparchen un poco, que le laven la cara. Esa estación que Birri imaginó con su legado cultural dispuesto para toda la comunidad, está aún cubierta por una capa invisible. Una capa invisible que, sin embargo, está siendo rasgada hace ya más de dos décadas por sus defensores, aquellos que hoy más que nunca levantan la bandera de una sociedad sin opresores ni oprimidos.
“Uno se siente que le toman el pelo. Se inauguran obras en otros lados y creo que todos necesitamos cosas pero, ¿por qué algunos sí y otros no? Acá estamos a diez cuadras de la casa de gobierno, no en el suburbio de la ciudad”, comentó Laura D’andrea. Y agregó indignada: “Lo único que nos faltó fue cortar la calle, pero nunca se nos ocurrió hacerlo. Fuimos a los medios, a la justicia, a todos lados. Creo que los políticos deberían tener otra visión como funcionarios”.
Los integrantes de El Birri, que ya mucho hicieron para y por la estación, no dejan de luchar por las reparaciones que aún faltan y que son claramente visibles para todo aquel extraño que recorra despreocupadamente el barrio San Lorenzo. Los vecinos también lo ven y lo sienten: ven como un barrio en el que viven hace más de 50 años va siendo olvidado con el paso del tiempo. “Para este lado no mira nadie”, sostienen. Y tienen razón.
7 junio, 2019 a las 11:04 am
¿Por qué dicen que los ferrocarriles pararon para siempre? ¿Acaso la lucha popular no incluye a los ferrocarriles como transporte público masivo, de largas distancias y con un precio accesible respecto de otros modos de transporte de larga distancia? Acaso el pobre está condenado ‘para siempre’ a vivir en el barrio sin tomarse una vacación, una escapada, un viajecito?
Está bien que cuiden el espacio y lo disfruten, pero no me parece bien que condenen todo el predio con el nombre «ex estación». Caen en la misma sentencia que su antagonía ideológica, la que «recuperó» la Estación Belgrano para hacer ferias, oficinas y construir edificios.
Seguramente no los convenza, porque querer conservar el edificio que tanto están cuidando será mas fuerte. Yo sé que ustedes van a poder hacer cultura en cualquier parte, pero el ferrocarril en la ciudad, tiene esa última parada. En el mismo edificio que hicieron los ingleses, ahí donde ahora ustedes hacen arte, o unos metros al norte, unos metros al Oeste, pero en ese predio, no en otro. Y no por capricho mío, sino porque los gobiernos no dejaron otro lugar disponible.
Los trenes volverán porque son necesarios, más tarde o más temprano, así como en 2003 con la esperanza perdida, los trenes volverán modernos, rápidos y para mejorarnos la vida.
Les saludo y si quieren conversar sobre el tema, estoy disponible.
Abrazos.