Imágenes hechas con el corazón atento y la mirada carnavalera de les chiques del taller de fotografía nos reviven la noche del sábado que cerraba febrero y nos abría otro año de resistencia y amor.

Los ojos rebeldes de Leon, Ruth, Juan, Lucas, Benja, Elias, Pauli, Mateo y Ema acompañan un escrito de nuestro compañero Piter que nos dice, nos renace, nos reexiste y lo trae a el un rato a carnavaliar con nosotres, su muerte aun nos duele pero su vida y su ejemplo aun nos saca a bailar.

«¿Quién es MOMO?
Es el espíritu de la alegría, el alma del carnaval; diosa y dios, rey y reina, mujeres y hombres. Es la música y el baile que en su cénit se vuelven fuego, sembrando de deseos el año venidero, hasta el próximo corso.
A esas semillas las regamos mujeres y hombres, niños y niñas que durante todo un año hacemos crecer tanta murga y tanta comparsa pese a la moneda que es esquiva, a la tormenta que nos inunda, a que hay poco y tiene que alcanzar para mucho.

Porque es poco lo que hay para los barrios del oeste: poco trabajo, poca obra, poca salud… De todo, ni poco diríamos. Pero lo que hay es mucho cuerpo, muchas ganas, mucha rebeldía. La rebeldía de construir nuestra propia cultura, que es cultura popular y ancestral del carnaval. La rebeldía de ponerle tambor y baile a tanta carencia, que así facilito vamos a ir contagiándonos la sonrisa. Es la rebeldía más linda, la que se llama esperanza.

Y pucha que hay que saber un montón para tener esperanza. Sabemos hacer de muchos tambores un ritmo. Y sabemos hacer que el ritmo sea uno con la danza. Sabemos desde fabricar instrumentos hasta coser lentejuelas, desde el mejor maquillaje hasta un paso de murga porteña. Manejamos el aire y el fuego, los parches y los cuerpos. Y de lo que más sabemos es de la solidaridad y de la autogestión, porque sabemos que entre muchos podemos, y que si no lo hacemos nosotros ¿quién lo va a hacer?

Somos las murgas y comparsas de los barrios del oeste, y de un poquito más allá también. Somos quienes sostenemos día a día y a pulmón nuestra propia cultura a fuerza de rifa, beneficio y mangazo. Los que peleamos para que los pibes y las pibas no estén tanto en la calle, a menos que sea bailando en la avenida meta corso. Somos quienes comparten laburo, risa y llanto durante todo un año.
Y cuando llega febrero nos hacemos calle, nos hacemos tambor, nos hacemos danza. Nos hacemos uno, nos hacemos aire y nos hacemos fuego, como Momo.
Y tanto calor y tanta rebeldía y tanto pueblo se vuelven esperanza, al menos por un año más, hasta el próximo carnaval.»